Algunos de los participantes tenian la costumbre tener en el lugar de la reunión una jarra con agua para que se impregne de la vibración del momento. Permanece allí sin ser tocada hasta el cierre de la sesión. Para beber se dispone de otros recipientes diferentes. Al final ya se puede beber de la jarra con el agua medicinal impregnada de la vibración del encuentro.
Ya era de día cuando terminamos la sesión y entraba el sol en la Yurta bañándolo todo de una luz dorada, nuestros rostros en particular. Rostros que marcaban la expresión de los vencedores después de atravesar la intensa experiencia.
Fue ese el momento del cierre de sesión y el momento de poder por fin beber el agua reservada en la jarra. En ese momento el Taita Ramón Peregrino comenzo a hablar. Suele hacer un resumen al final de las sesiones, recopilando los momentos, dejando caer alguna que otra lección y ofreciéndonos alguna nueva herramienta para el conocimiento y alguna que otra perlita.
En este caso llegado el momento de beber el agua magica comenzo a hablar sobre los tres estados del espíritu comparandolos con el agua. Puede ser hielo solido, duro como una piedra y rígido. Puede ser liquido, moldeable, que fluye y se adapta a diferentes formas dependiendo del recipiente. Puede convertirse también en gas, elevarse y expandirse. Decía que así mismo sucede con el espíritu que puede ser solido, liquido o gaseoso según el momento o el grado. Así había sucedido a lo largo de la sesión con nosotros que pasamos del hielo al aire, después de fluir como el agua. Una metáfora muy acertada.
Fundir el hielo, hacerse moldeable y fluir como liquido, elevarse como el vapor: ese es el trabajo.
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