martes, 15 de junio de 2010

Miedos ante la experiencia con ayahuasca

Algunas veces hablo, incluso con demasiada insistencia sobre la responsabilidad que implica iniciar el camino de la sanación. Mucha gente se acerca atraída por la idea de las visiones que produce, la sensación de hermandad, amor y agradecimiento que se siente al final de una ceremonia.
En algunos casos ciertas personas se mueven por la busca de nuevas sensaciones, como una experiencia más a vivir. Otras se mueven por búsquedas más profundas.
Varía la actitud ante la experiencia, quien se queda completamente postrado, acunado por las coloreadas visiones hasta dormirse, quien participa con su canto o algún instrumento musical, e incluso quien va con intención de aprender y perseverar en el conocimiento y avanzar en el camino de la sanación hasta el final.
También varía la frecuencia, hay quien solo lo hace una vez en la vida o como mucho dos, quien lo hace varias veces al año contadas y quien se embarca en el camino de la sanación de pleno.

Mucha gente ante la propuesta de asistir a una sesión de Ayahuasca confiesa que siente cierto miedo o reparo. La Ayahuasca si bien al final de la sesión te deja nuevo existen diferentes momentos a lo largo y ancho de la experiencia.  Ofrece hermosas visiones y agradables sensaciones, pero de entrada hay que superar un primer obstáculo que es el amargo sabor de la pócima, que suele caer fuerte en el estomago y produce arcadas, en algunos casos antes, en otros más tarde. Generalmente después de la purga viene la liberación de los males y la limpieza, la alegría y la sensación de que ha valido la pena ese pequeño mal trago para unos, esa experiencia horrible para otros. También sucede que si bien el resultado final es de euforia, amor y hermandad, a lo largo de la sesión puede haber momentos aterradores, sobre todo por nuestra causa, enredándonos en malos pensamientos, cosa de la que algunos quieren culpar a la propia Ayahuasca, que lo único que hace es quitar barreras y vendajes para mostrar lo que se oculta detrás de los artificios. Y algunas veces lo que nos muestra no nos resulta agradable, no queremos asumir que eso nos pertenece. Justamente el trabajo es ser consciente y asumirlo como primer paso hacia la modificación de esa parte oscura de nosotros hacia la claridad. Cuando alguien me comenta que le gustaría experimentarlo pero le da miedo, le respondo con otra pregunta. Si a lo que tiene miedo es a mejorar.


Y no digo que sea fácil aceptar algunas cosas que mantenemos amuralladas en nuestro interior usando todo tipo de barreras, armaduras, disfraces, maquillajes, cortinas de humo, trucos, subterfugios y autoengaños varios. El perder el contacto con nuestro tan querido, mimado, cebado y mal educado ego. La sinceridad con uno mismo es muy dolorosa y en las alas del Yagé no hay lugar para la falsedad, todo se presenta tal como es, sin mentiras, sin lugar a dudas.
No digo que sea fácil enfrentarse con nuestros miedos, ver nuestras peores actitudes sin indulgencia, descubrir cuan equivocados nos encontrábamos en unas cosas y que acertados en otras, que si bien llegábamos a intuir nos negábamos a aceptar hasta ese momento.

No no es nada fácil por eso mucha gente prefiere seguir anestesiada, poniendo parches a todo, hasta el día que el barco no aguanta más y hace aguas por todas partes. A veces ni aún así. Por eso alguna gente prefiere quedarse igual y no mejorar, ya que eso implica que algo es mejorable, que algo en nosotros está mal aunque creamos que todo lo que hacemos es correcto y demos todo por hecho. No es fácil aceptar que es un largo trabajo cuyo final no se ve cercano en nuestro horizonte, una evaluación continua, un renovarse a diario, un ejercicio de atención y responsabilidad permanente. Un liberarse de viejas ideas para dar paso a otras nuevas, tener la utocritica muy afinada, ser sincero con uno mismo y con sus motivaciones. Rectificar siempre que sea necesario, caer y volver a levantarse, aceptar lo bueno y lo malo de todos y cada uno. No es trabajo fácil y es comprensible que ante tanta exigencia uno se eche hacia atrás. Yo mismo lo hice en mi momento. Hoy en día sólo puedo decir que agradezco haber escogido el camino de la verdad.

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